Un gramo de práctica vale más que una tonelada de teoría
Los precursores del Tao
Los maestros del Tao encontraron muchas recetas para la vida y las transmitieron normalmente de forma oral. Fueron los primeros científicos de la época. Personas que dedicaron su vida a la observación y comprensión de la Naturaleza.
Me los imagino observando, probando y extrayendo conclusiones. Observando las estrellas, las plantas, los animales, los elementos… Observándose a sí mismos en diferentes circunstancias… Día tras día, año tras año, vida tras vida, fueron recopilando un vasto conocimiento que se encargaron de compartir de manera natural.
Hicieron mapas de los canales energéticos humanos que hoy ya corroboró la ciencia occidental. Desarrollaron estudios complejos de astronomía, Feng Shui, técnicas para potenciar la salud, la longevidad, la sexualidad. Investigaron sobre qué alimentos nutrían y cuáles enfermaban. Descubrieron técnicas de meditación para transformar las emociones en vitalidad y dejar la mente en calma.
No fue en un día, fueron siglos de investigación. Fue un trabajo colectivo sostenido en el tiempo. En algún momento surgió la primera relación Maestro/Discípulo de la historia. Imagino una persona interesada en lo que emana el sabio del Tao. Cuando el verdadero discípulo aparece, pregunta y sigue los consejos, pregunta y atesora la respuesta. Todo lo que el primer maestro aprendió con años de tesón y perseverancia puede recibirlo el discípulo de forma más rápida, siguiendo los atajos del profesor. El discípulo no necesita años de observación para extraer conclusiones, tan solo comprobar el valor de las conclusiones de su maestro. Desde el punto al que llegó el maestro, el nuevo discípulo puede avanzar más lejos y explorar nuevos lugares. Me imagino al primer maestro de Tao diciéndole a sus discípulos: “Hasta aquí llegué yo. Quiero que continuéis la obra“.
Así, por transmisión de boca a oído, de corazón a corazón, el Tao fue adquiriendo conocimiento de la Naturaleza, el cuerpo humano, los alimentos, la sexualidad, las emociones, la mente, los sueños… Todas las facetas de la vida, todo lo que Somos y todo lo que Es.
Los maestros clásicos del Tao tenían básicamente dos procedencias antagónicas y complementarias. Por un lado estaban los ascetas, los que podían vivir con lo mínimo y ocupaban todo su tiempo en el aprendizaje, la meditación y el logro de la iluminación. Por otro lado estaban los ricos, los nobles, los emperadores, que igualmente se podían permitir ocupar todo su tiempo en el entrenamiento, habida cuenta de que tenían su vida económica resuelta. Hoy día no hace falta ser un asceta o un emperador para acceder a los beneficios del Tao, tan solo hace falta encontrar la escuela y querer aprender.
Los Maestros actuales
En el siglo pasado el maestro Yi Eng (Nube Blanca) de Hong Kong enseñó al maestro Mantak Chia las técnicas para lograr la alquimia interna, movilizar la energía por los canales y alcanzar la maestría espiritual. Mantak Chia ha dedicado gran parte de su vida a divulgar estas enseñanzas en Occidente, publicando multitud de libros y formando instructores de Tao por todo el mundo. A él le agradecemos toda su práctica y haber recopilado conocimientos dispersos y estructurarlos.
Uno de sus principales discípulos, el maestro Juan Li, casi coetáneo del maestro Mantak Chia, contribuyó a traducir el Tao y llenó los libros de acertadas ilustraciones que describían cada uno de los procesos magistrales. Gran viajero y conocedor de culturas, el maestro Juan Li enlaza el Tao con el Yoga, el Budismo, el Zen, la Alquimia Europea y el Antiguo Egipto, encontrando lo común de estas escuelas.
El maestro Juan Li, en un curso de formación de profesores, nos recordaba la importancia de que el linaje continúe. Es responsabilidad del maestro nombrar al menos a dos discípulos como herederos de la tradición, para que la enseñanza se difunda y honrar a la Humanidad. El practicante que se ilumina en la cueva baja de ella, por Amor, para guiar a otros en el camino.
La divulgación del Tao
Dar y recibir ayuda es la base de las relaciones humanas. El verdadero maestro no forma discípulos, forma maestros y los invita a volar solos. Al principio el maestro enseña, después colabora con el alumno en igualdad y más tarde aprende del alumno, ahora maestro, que llegó a lugares nuevos.
En la evolución humana es así. El proceso natural es que al nacer mis padres me cuidan, en la madurez podemos compartir en igualdad y cuando mis padres envejezcan recibirán mis cuidados.
El principio básico del aprendizaje es la Humildad. Me hago valle para que puedan fluir por mí las aguas de la Sabiduría. Reconozco lo que no sé y honro el camino que crearon los que vinieron antes que yo.
La escalera de la conciencia
Reconozco la belleza y profundidad de lo que he aprendido con mis maestros Mantak Chia y Juan Li, la herencia del maestro Nube Blanca. Ellos descubrieron y compartieron una fórmula para crear una buena base de desarrollo, eliminar los obstáculos, refinar la energía y alcanzar el Tao.
Los primeros pasos de esta fórmula son:
- Sentir, para ser consciente de cómo estoy antes y después de cada práctica.
- Las meditaciones de la Sonrisa Interior y los 6 Sonidos Curativos: para relajar y regenerar cada órgano y cada parte del cuerpo.
- La meditación de la Órbita Microcósmica: para hacer circular la vitalidad en un circuito sin fin, de retroalimentación continua.
- Alinear la Estructura: y sacar todo el partido al cuerpo.
- Equilibrar la energía sexual con las enseñanzas del Amor Sanador.
Cada uno de los pasos prepara para el siguiente y sin prisa y sin pausa llevan por el Camino del Tao.