«Quien vive el eterno presente no muere».Tao Te Ching
Verdad Universal
Cuando el Sabio se iluminó le pidieron que dejara una perla de sabiduría para la posteridad, que transmitiera en una frase lo aprendido…
«Me siento como una persona que no sabe si va a vivir hasta mañana», expresó. Uno de sus discípulos dijo: «Maestro, eso todo el mundo lo sabe».
«Ya, sé que todo el mundo lo sabe… Yo lo siento cada momento», comentó el Sabio con la palma de la mano derecha sobre el centro del pecho.
Una de las pocas verdades universales que tenemos los seres humanos es que nacemos y morimos. Hasta ahora nadie ha podido sostener la teoría de la inmortalidad física y vivir para demostrarlo.
Todos los procesos de la vida y de la muerte están presentes cada segundo. Muero y renazco a cada paso. En el cuerpo humano un 33% de las células no viven más de 24 horas. El proceso de regeneración es constante. Dentro de los huesos, por ejemplo, hay células que se encargan de regenerar masa ósea y células que se encargan de destruirla.
Aproximadamente cada año hay una renovación del 10% del esqueleto que con este sistema va subsanando pequeñas lesiones y fortaleciendo la estructura. La capa superficial de la piel se recicla en unas dos semanas. Los glóbulos rojos duran una media de 120 días. Un hígado tarda un año aproximadamente en transformarse completamente.
Con el tiempo el proceso de regeneración disminuye y la vejez conlleva el deterioro y la llamada «muerte natural». Sabiendo que en algún momento falleceré, me pregunto: ¿Soy consecuente con esta realidad? ¿Vivo con esa certeza o vivo como si eso no me fuera a pasar nunca? ¿Estoy preparado para morir?
La muerte en las diferentes culturas
Para los budistas el último pensamiento antes de partir determina la siguiente reencarnación. Desde niños se preparan para estar en paz cuando llegue ese momento. Es muy importante tener la conciencia tranquila, y vivir y respirar amor cada segundo por si fuera el último aliento.
El hinduismo también cree en la reencarnación y el karma y además considera que la devoción por los dioses allana el camino para fundirse con ellos directamente en el momento final. Si honro y venero a Krishna estoy ocupando un lugar al lado suyo al que acudir en la mutación.
Para los egipcios era cuestión de tener el corazón ligero como la pluma de la diosa Maat. Para el cristianismo, el islamismo y el judaísmo nos espera el paraíso o el infierno en función de los actos que hayamos realizado.
Dentro del Tao hay una línea de trabajo que cree en la inmortalidad física. Tras muchos años de entrenamiento el practicante taoísta desarrolla un cuerpo energético al que transferir la conciencia en el momento de la partida.
El Sueño eterno
Cada día experimentamos un simulacro de muerte. O mejor dicho, cada noche, al dormir, me sumerjo en el territorio del Inconsciente. El sueño diario suele ser un reflejo de lo acontecido cada día. Si estoy preocupado por algo es natural que tenga pesadillas, si estoy relajado y feliz puedo vivir lindos sueños. El sueño eterno es una función única que ensayamos cada noche.
Como dice el Maestro Juan Li:
«En el Yoga del Sueño comenzamos a proyectar la intención a través del cuerpo sutil y de las dimensiones que se encuentran más allá del tiempo y del espacio. Lo hacemos para trascender la conciencia más allá del plano físico.
Por muy bien que cuidemos el cuerpo, acaba por morir en un momento dado. La conciencia se halla fuera de las limitaciones de tiempo o espacio y, si se cultiva por medio de disciplinas energéticas, es capaz de trascender la muerte del cuerpo físico y de continuar operando por medio del cuerpo sutil.
El Yoga del Sueño trasciende paulatinamente el miedo a lo desconocido en el momento de la muerte y permite experimentar una continuidad de conciencia entre las dimensiones físicas y sutiles».
Retirarse a dormir con la mente lúcida es el entrenamiento para retirarse de la vida con la conciencia despierta.
Retirarse una vez acabada la obra, he ahí el Tao del Cielo.Tao Te Ching
Los preparativos del Viaje
Más allá de las prácticas sutiles y energéticas hay un sinfín de cuestiones materiales que afectan a la hora de dejar el mundo con desapego. Es primordial responsabilizarme de cómo quiero morir: hacer testamento, nombrar albacea, decidir como quiero que sea el sepelio o la cremación, donar o no los órganos y cerrar todos los ciclos pendientes para marchar ligero.
Y lo más importante de todo es tener el corazón abierto y en paz, agradecer cada segundo vivido, cada relación, todo el amor recibido y todo el amor entregado, despedirme de cada ser querido, de cada lugar, de cada animal, de cada planta y de mi querido vehículo cuerpo.
Es hora de hablar de la muerte con naturalidad para no dejar la tarea sin hacer hasta el último momento. Prepararme para la muerte no significa que me quiera morir, realmente es una manera de ratificar mi propósito vital.
Puedo valorar más la vida mirándome cada día en el espejo de la muerte…
Recordar que uno va a morir es la mejor manera que conozco para evitar la trampa de pensar que hay algo por perder. Ya se está indefenso. No hay razón alguna para no seguir los consejos del corazón. Steve Jobs
Haced lo que de verdad os importa… sólo así podréis bendecir la vida cuando la muerte esté cerca. Elisabeth Kübler-Ross
Angel García almadetao
Tanatólogo
Profesor de Tao y Meditación
www.almadetao.com